Excursión con niños desde la cueva de El Pindal, Asturias
Desde la ermita de San Emeterio hasta las iglesia de Santa María de la Tina, podéis disfrutar de una excursión con niños muy especial.
¿Cuántas veces ya habré recorrido este paseo? Con y sin niños, no me canso de hacerlo una y otra vez. Es un plan de 2 horitas, sin dificultad, que aúna varios paisajes y todos de cuento.
Esta vez lo hice sola con mis 2 niñas pequeñas.
- Distancia 2km
- Dificultad baja. Algún desnivel fuerte
- Apta para niños
Dejáis el coche en el aparcamiento de la cueva de El Pindal y llegáis al centro de interpretación. Desde ese punto está señalizado y ya el panorama que se os presenta es de fábula…una pradera, un pequeño santuario abierto y una ermita del S.XIII. Debéis llegar hasta la Ermita de San Emeterio, cuyos soportales fueron lugar de rodaje de una escena de la película “El abuelo” de José Luis Garci.
Dejáis atrás la ermita y os adentráis en un bosquecillo de hayas, encinas, madroños…que nos hacen imaginar, por la forma en que están moldeados, que el viento gallego aquí sopla con fuerza.
Cuando se hace una excursión con niños avanzar 100m por bosques se puede hacer misión imposible. Yo opto por unirme a su ritmo y disfrutar cogiendo hojas, palitos, levantando piedras para descubrir mundos subterráneos, jugar al escondite, a darnos sustos… Y así, sin que se den cuenta, vamos marchando sin que se cansen.
A lo largo del sendero encontraréis varios puntos con vistas espectaculares.
Pasáis el bosquecillo y toca bajar por una pista, urbanizada por el desnivel que tiene para evitar resbalones, hasta un puentecillo de madera. Recientemente han puesto una portezuela para impedir el acceso al ganado que campa a sus anchas por este monte bajo.
Tanto la bajada, como el puente, el pequeño riachuelo que cruza, la entrada del mar, la cueva en el acantilado, los árboles desafiando la gravedad, los musgos, los helechos.…todo el conjunto es sin duda un gran regalo, que está ahí para que lo contempléis y disfrutéis.
Pasáis este tramo y después de subir unas escaleras ya llegáis a las ruinas románicas y barrocas de la pequeña iglesia rural de Santa María de Tina. Estas ruinas, a las que se pueden acceder libremente, y los restos de antiguas dependencias por los alrededores son un escenario perfecto para dejar volar la imaginación y meterse en cientos de aventuras.
Desde aquí se puede dar media vuelta y retroceder el camino andado. Pero para mí la excursión no se termina hasta que no llegáis hasta los acantilados. Y eso es bien fácil.
A la izquierda de la Iglesia sale un senderín a la sombra de eucaliptos que llega a una pradera. Y desde aquí se adivinan por las pisadas de los pescadores varios caminitos que os guían a distintos puntos de los acantilados, cada cual más impresionante. Enredad y descubriréis vuestro balcón favorito sobre el Mar Cantábrico. Mis niñas escogieron éste:
Lo peor del día: se me olvidó llevar un picnic para compartir sobre los acantilados, que hubiera sido el broche de oro a esta excursión con niños tan auténtica.
Os dejo aquí un mapita que os pueda servir como guía para la excursión.
Cualquier cosina podéis consultarme por aquí o a través de la web www.primorias.es
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